Hoy en día los partidos políticos han quedado reducidos a una sola dimensión, la electoral. Pero nuestro modelo son los partidos que logran sacar a sus países del infierno socialista, por ejemplo los escandinavos. Suecia el más famoso, pero también Dinamarca, Noruega y Finlandia. Son partidos completos, de cuatro dimensiones: ideológicos, representativos, programáticos y electorales.
- Ideológicos, porque se inspiran en las doctrinas conservadoras y del liberalismo clásico: Gobiernos limitados, mercados libres y propiedad privada. A veces, algunos se salen de este marco y se inclinan a la derecha mala o estatista, con su “proteccionismo” mercantilista; pero al menos no se dejan infiltrar por las izquierdas, como sucede en nuestra América.
- Representativos, y muy ampliamente, porque sus bases sociales comprenden distintos segmentos de “la mayoría silenciosa”, y así practican “fusionismo”: unos enfatizan la vida y la familia, y otros las libertades económicas, porque no son causas antagónicas sino totalmente complementarias.
- Programáticos, porque traducen su ideario en un Programa muy concreto de políticas y medidas de Gobierno, separando lo público de lo privado, mediante una serie de privatizaciones y desregulaciones, recortando drásticamente las funciones, los poderes y el gasto del Estado, y por tanto los impuestos, la inflación y el endeudamiento.
Su lema no es la “igualdad de oportunidades”, lo que es una utopía engañosa de la izquierda, sino “más y mejores oportunidades”. Para que los pobres puedan salir de la pobreza, engrosando así a la clase media, y que de la clase media puedan emerger medianas grandes empresas, y sus empresarios, y no sólo “micros y PYMES”. Sus programas han inspirado muchas de nuestras “Cinco Reformas”. - Electorales, porque también se movilizan para postular candidatos y sumar votos, pero eso es cuando llegan las elecciones, y no es todos los días.
Todos los días, y no sólo en las elecciones, estos partidos completos tienen Escuelas de Cuadros, medios de prensa propios, editoriales, librerías y hasta bibliotecas; hacen charlas, diálogos y debates con la gente; marchas callejeras también, cuando la ocasión lo amerita. Y mantienen una red privada permanente de cuotas y ayudas en dinero, para actividades y proyectos específicos.
Los economistas liberales dicen que Suecia y los países escandinavos ya no son socialistas, o ya no totalmente, y es cierto; pero no dicen cómo. Y fue gracias a estos partidos de la derecha, algunos muy antiguos, con referentes en el siglo XIX. Ganaron comicios y fueron gobiernos; pero no siempre.
Sin embargo, aún bajo los gobiernos socialdemócratas, y desde sus posiciones en la oposición, esta buena derecha liberal escandinava puede empujar las reformas para que se hagan, o puede evitar su reversión si ya fueron decretadas. Porque sus partidos son inteligentes y eficaces en el uso de sus recursos políticos, su propaganda es concluyente y persuasiva, y ejercen presión con habilidad.
Las izquierdas llegan tan lejos como se lo permiten las circunstancias, y las derechas. A veces las reformas liberales las hicieron partidos socialdemócratas, y hasta comunistas (en China y Vietnam), pero no porque hayan sido “buenitos”, sino porque se les ha obligado.
- En Suecia, como en todo el mundo, funciona la ley del péndulo, y la derecha está en el gobierno a veces (pocas), y en la oposición otras veces (muchas). El socialdemócrata Tage Erlander (1901–1985), principal arquitecto del “Estado de Bienestar” a base de impuestos confiscatorios y despilfarro en “programas sociales” ineficientes, fue Primer Ministro de 1946 a 1969, 23 años.
Pero la derecha pudo poner “contención”, evitando estatizaciones de empresas, e igual bajo Olof Palme, desde 1969 a 1976, cuando la derecha ganó las elecciones con Thorbjorn Falldin, y comenzó con las reformas de mercado. Pero no pudo terminarlas, y la prosperidad no se expandió lo suficiente; por eso en 1982 la izquierda volvió al poder, y con el mismo Olof Palme. Y desde entonces el péndulo ha oscilado permanentemente, pero no como en esta América nuestra: allá cuando la izquierda vuelve, no puede arrasar con todo y deshacer lo andado, poco o mucho, en la buena senda. - En Dinamarca, como en todo el mundo, la política es “agonal”: una eterna “pulseada” entre la izquierda y la derecha, una empujando al socialismo, y otra al capitalismo. Pero el nombre del partido de derecha liberal danés es “Venstre”, que significa “izquierda”, porque así era en el año 1870, cuando se fundó. Desde entonces todo ha cambiado, y con el Partido Conservador, Venstre integra el “bloque azul”, contra el “bloque rojo”, de socialistas y comunistas. (Los que niegan la divisoria entre izquierdas y derechas son ignorantes, que nada saben de política… o son de la izquierda disimulada).
- En Noruega, el partido más destacado en la derecha es el Partido Demócrata Cristiano. Su líder Kjell Bondevik, nacido en 1947, fue Premier de 1997 a 2000, y otra vez de 2001 a 2005, decretando las reformas pro libre mercado, con gran apoyo popular. Un detalle: es Pastor luterano, pero eso sólo a la izquierda le molesta. Discípula suya es la actual Premier Erna Solberg, nacida en 1961; aunque ella lidera otro partido, “fusionista” liberal-conservador (aliado al PDC), el Partido Conservador, fundado en el año 1884, que por cierto éste sí se llama “Hoyre”, que significa “derecha”.
- En Finlandia el comunismo siempre fue muy fuerte. Tras la Primera Guerra Mundial hubo una República soviética, y una guerra civil, a la cual hasta hoy los comunistas discuten si se debe llamar guerra o sólo “conflicto”, o cómo debe llamarse, igual que en Colombia y en Argentina. Se ve que la izquierda es igual en todas partes, siempre con las mismas malas mañas semánticas.
Pero gracias a Dios, hasta en Finlandia los partidos de la derecha, en coalición, han podido hacer las reformas liberales cuando fueron gobierno, y asimismo defenderlas luego con denuedo, sagacidad y firmeza, cuando les cupo ser oposición.
¿Y en América latina? ¿Aprendemos o no? ¿Seguimos en la ignorancia…?