Los liberales clásicos proponemos la migración del actual sistema de salud estatal, mal llamado público, hacia un sistema de salud cien por ciento privado, uno en el que no exista el IMSS ni el ISSSTE, ni mucho menos la Secretaría de Salud. Esto, claro, les causa escozor a muchos, principalmente a aquellos que viven del sistema de salud estatal sin aportar absolutamente nada.
Sí, estoy hablando de privatizar al sistema de salud estatal. Tan solo la palabra “privatización” nos ha causado o nos causa algo de disonancia a todos los que estamos acostumbrados a que existan este tipo de servicios ofrecidos por el Estado. Como que una parte de nosotros ha creído en la idea de que es correcto que el Estado se haga cargo de la salud de toda una nación, a pesar de que hemos visto fracaso tras fracaso, sexenio tras sexenio, y sin embargo, albergamos la esperanza de que alguien, algún iluminado, va a llegar a resolverlo todo.
Mientras tanto, mientras seguimos creyendo que algún día accederemos a un sistema de salud como el de Dinamarca, la realidad no sólo nos dice, sino que nos grita, que la solución se encuentra en el sector privado. Aquí algunos datos:
- Sólo el 45% de la población cuentan con afiliación a servicios de salud de la seguridad social (IMSS, ISSSTE, ISSSTE estatal, Semar y Sedena)¹
- Respecto al dato anterior, el 55% de la población mexicana acude al sector privado para atender su salud
- Casi un 50% de los derechohabientes del sistema de salud estatal, acuden a los servicios de salud privado²
Con los datos anteriores, se concluye que casi un 80% de la población mexicana no usa ninguno de los servicios de salud del Estado, lo que significa que el sistema de salud estatal, pagado con nuestros impuestos, está casi reducido a un mito. Ahora bien, la realidad es que no se requieren ni ver estadísticas, salta a la vista, una vuelta por los barrios de cualquier ciudad nos permite ver que existen consultorios y clínicas privadas por todos lados, las del Dr. Simi abundan, incluso a la vuelta de nuestras casas, y puedo asegurar que en un recorrido no nos vamos a topar con ninguna clínica del IMSS, porque son escasas.
Aún así el Estado, atendiendo a solo un 20% de la población nacional, no se da abasto, las evidencias nos indican que la solución se encuentra en el sector privado, pues el mercado de la salud en México se ha ajustado a la demanda de ese 80% de la población que requiere con urgencia de servicios de salud ¡Y lo ha logrado!
Todo a pesar de que ese 80% de la población está compuesto por un sector de la sociedad mayoritariamente en estado de pobreza. Sin embargo, la salud personal, al tratarse del mayor activo con el que contamos, la gente se ocupa de ello sin esperar a que el Estado se “haga responsable”, aunque sí que debe de ser una carga pesada para esas familias que requieren de servicios de salud y se ven en la necesidad de desviar el gasto hacia los servicios de salud privados, debido a una promesa eternamente incumplida de los gobiernos de izquierda: salud “gratis” para todos.
¿Qué esperar? Un camino es el mismo que hemos transitado por más de 80 años, que el Estado cubra al cien por ciento los servicios de salud. Sin embargo, la realidad nos muestra que no puede ni con el 20% de la población. El otro camino es la salida por la derecha liberal, conservadora y capitalista, es decir, si el 80% de la población ya nos ha demostrado que es por la vía de los servicios de salud privados, pues se requiere darnos al 80% y al 20% restante, es decir al 100% de todo México, mayor capacidad de poder adquisitivo para que seamos los propios ciudadanos los que cubramos nuestros servicios de salud en el sector privado, pero ¿cómo?
Pues así como el Estado es ineficiente en lo que respecta a los servicios de salud, también lo es con el resto de servicios y áreas que hoy se encuentran bajo el control del propio Estado. De tal manera que tenemos al Estado controlando a los partidos políticos, vía la ley de partidos, controlando industrias a las que se les denomina convenientemente para el propio Estado como “industrias estratégicas”, también el Estado regula a la economía vía un cúmulo de leyes malas, una moneda inflacionaria que nos quita poder adquisitivo e impuestos desmedidos y complejos de calcular, todo lo anterior genera ineficiencias, no sólo a nivel Estado sino a nivel de las personas, de las instituciones privadas y de las familias, encareciendo el nivel de vida y obligándonos a pagar por servicios estatales que terminamos no consumiendo por las mismas ineficiencias.
Además, el Estado pretende abarcar los servicios conocidos como sociales, como lo son el de salud, tema que hoy nos atañe, sumando los servicios educativos y el sistema de jubilaciones y pensiones. En todos, el Estado queda mal parado, no hay servicio estatal que escape del despilfarro de recursos humanos y materiales, y que terminan en servicios de mala, sino es que de pésima calidad.
¿En dónde se encuentra la verdadera eficiencia? Hay que repetirlo, en el sector privado, el que ya ha demostrado que funciona y que puede atender al 80% de la población mexicana. Sólo que para lograr la máxima eficiencia, debemos de pasar lo que hoy se encuentra en control del Estado, pero que ahora se encuentre en manos de toda la gente.
Para ello se requiere de un proyecto y de un programa, uno que implemente políticas públicas contrarias a las de la izquierda. Para entender esto, las políticas públicas de izquierda son tres: Regular, estatizar y cerrar mercados. Las tres políticas públicas de derecha son: Desregular, privatizar y abrir mercados a la competencia.
Estas tres políticas públicas de derecha nos ayudan a construir un proyecto al que le llamamos La Gran Devolución y modelar un programa llamado Las 5 Reformas, que en conjunto responden a los principios de Gobierno limitado, propiedad privada y libre mercado. Así, podemos hablar de:
- Una reforma política: Seguridad primero, justicia de verdad y obras públicas de calidad. Responde al principio de Gobierno Limitado. Consiste en limitar el gobierno a sus funciones propias y naturales: seguridad y defensa, justicia y administración de obras públicas.
- Una reforma económica: Responde al principio de Libre Mercado. Consiste en poner a cargo de las actividades económicas a los agentes económicos, que no son los políticos, funcionarios y burócratas, sino los trabajadores, los empresarios y los capitalistas: ahorradores e inversionistas.
- Una reforma educativa: Responde al principio de Propiedad Privada. Es colocar la educación en manos de los educadores, para que los educandos de todas las especialidades y niveles puedan escoger el centro docente de su preferencia, con vouchers en educación para los más pobres y sólo mientras lo sean.
- Una reforma de salud: Responde al principio de Propiedad Privada. Es colocar la atención médica en manos de los médicos, para que los enfermos, discapacitados y accidentados; puedan escoger centro médico de su preferencia, con vouchers en salud para los más pobres y sólo mientras lo sean.
- Una reforma de jubilaciones y pensiones: Responde al principio de Propiedad Privada. Es colocar las cajas de jubilaciones y las pólizas en manos de los administradores de fondos, para que jubilados y pensionados puedan escoger el fondo previsional de su preferencia, con vouchers pensionarios para los más pobres y solo mientras lo sean.
Cinco reformas que se complementan con el retorno al patrón oro, abandonando con ello la moneda inflacionaria con la que nos empobrecen día con día, y la implementación de un impuesto único, universal y uniforme, uno solo que además estaría por debajo del 10%, a manera que desaparezcan todos los impuestos que no son más que mecanismos de freno del desarrollo social, familiar, ecónmico y cultural.
Con este proyecto y estas reformas, despegaría el desarrollo económico interno, atraeríamos mayor inversión nacional y extranjera, el emprendimiento y la libre empresa serían una realidad en nuestro país, habría más empleos y mejor pagados, y ahora sí, el asunto de pagarnos nuetra propia salud e incluso la educación para nuestros hijos y ahorrar para el futuro, sería un compromiso personal y familiar.
Todo aquel que tome como argumento la idea falaz de que entonces los más pobres no podrían subsistir bajo este esquema, no está observando la realidad actual, en donde los más pobres están acudiendo a los servicios privados de salud. Si a todos ellos se les diese la oportunidad abierta de vivir en una nación libre de regulaciones, de leyes y de altos impuestos, entonces no sólo serían libres de acudir al sector privado, sino que serían libres incluso de ser el sector privado.